(Argenpres) Los efectos destructivos del terremoto que devastó a Haití concitaron en todo el mundo una enorme solidaridad con el pueblo y la nación de ese país caribeño. La ciudadanía y el gobierno de los Estados Unidos no fueron la excepción.
Solo que para los haitianos, que han sufrido reiteradamente la ocupación militar de los Estados Unidos con variados pretextos y por diferentes períodos de tiempo (a veces muy extensos, como la de 1915 hasta 1934), el anuncio de una ayuda procedente de ese país no presagiaba sino una nueva intervención. Más aún cuando, en medio de la inmensa tragedia que se está viviendo en la capital haitiana y muchos otros puntos de esa nación caribeña, en vez de médicos o constructores, lo más visible que les ha llegado de la superpotencia han sido contingentes de marines con un armamento idéntico al que utilizan los repudiados militares estadounidenses desplegados actualmente en Irak, Afganistán o Yemen.
Fue Haití la nación de América Latina que abrió, hace más de 200 años, el camino de la independencia que hoy disfrutan -al menos formalmente- la mayor parte de las repúblicas al sur de los Estados Unidos. Ha sido también Haití el país que, por tal osadía, ha sufrido las más duras represalias de los poderes coloniales, que ahora son aliados estratégicos de la potencia que asumió, en su reemplazo, el papel hegemónico en la región. Ellos, y sus prejuicios raciales, son los máximos responsables de que el nivel de desarrollo económico y social de Haití clasifique como uno de los más bajos de la región y del mundo.
Según testigos presenciales, mientras en los barrios más gravemente afectados por el terremoto los pobladores, equipados solo con sus manos, excavaban desesperadamente en los escombros para tratar de salvar a sus familias y a sus vecinos, los equipos de rescate desembarcados con las tropas norteamericanas se concentraban principalmente en los barrios donde radicaban los hoteles y residencias de extranjeros, junto al sector mas adinerado de la sociedad haitiana haciendo ello evidente una vergonzosa disparidad de clase y raza en el rescate y atención de los heridos.
Causaba indignación la negativa de los equipos de rescate a desplegarse en los barrios más humildes por temor a una violencia que en verdad se originaba precisamente por esa discriminación.
El jefe de la Protección Civil de Italia, Guido Bertolaso, dijo que la ayuda de Estados Unidos en Haití no estaba dando los resultados esperados porque Washington “tiende a confundir la intervención militar con la humanitaria.”
“En medio de la tragedia haitiana, sin que nadie sepa cómo y por qué, miles de soldados de Estados Unidos han ocupado a Haití sin que la Organización de Naciones Unidas, ni el gobierno de Estados Unidos hayan ofrecido una explicación a la opinión pública mundial de estos movimientos de fuerzas”, denunció el líder revolucionario cubano, Fidel Castro.
Estados Unidos envió un barco hospital con 10 mil camas, pero se le ha atribuido al gesto un valor apenas simbólico dado que está destinado a atender solo problemas de salud que no sean urgencias quirúrgicas y ortopédicas que son las más demandadas por un desastre natural como el que afectó a Haití.
En algún momento, el gobierno de Estados Unidos prohibió la transportación de heridos hacia ese opulento país alegando limitaciones económicas para atender tantos damnificados.
Otra cosa que vino a desacreditar aún más la apreciación local e internacional de la ayuda venida de Estados Unidos fue reflejada por la prensa de muchos países del mundo: “La policía haitiana detuvo a un grupo de diez estadounidenses que intentaban secuestrar a los 33 niños de entre dos y doce años, provocando un escándalo de gran magnitud. La ministra de Cultura y Comunicación de Haití deploró el hecho porque ''no se pueden aprovechar así nuestra desgracia'' y confirmó que la mayoría de los niños cuyo secuestro fue frustrado por la policía haitiana tienen familiares sobrevivientes del sismo y que algunos de ellos "dicen que sus padres están vivos, y dieron una dirección y números de teléfono".
Ya las grandes cadenas de televisión estadounidenses habían causado indignación por su interés en promover la adopción de lindos niños haitianos que habrían perdido a sus padres en el sismo cuando aún había miles de personas vivas bajo los escombros.
Y, por si todo estos fuera poco, muchos medios de prensa de todo el mundo se hicieron eco de un supuesto reporte preparado por la Flota Rusa del Norte indicando que el sismo que devastó a Haití fue el "claro resultado" de una prueba realizada por la Marina estadounidense por medio de una de sus "armas de terremotos".
Según tal reporte ruso, el Departamento de Estado, la USAID y el Comando Sur de los Estados Unidos comenzaron su trabajo de "invasión humanitaria" con al menos 10.000 soldados y contratistas, para controlar el territorio haitiano, subrogándose el papel que correspondería a la ONU tras del devastador "terremoto experimental".
Sin dudas, los muy nobles sentimientos de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses yacen cual rehenes de las fechorías de un sistema que genera desconfianza y rechazo por doquiera.
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