Correpi Organización
Apareció
el cuerpo de Luciano Arruga. No sorprende la cantidad de años que
pasaron desde su desaparición. Tampoco sorprende que nos cuenten el
cuento del accidente de tránsito o nos quieran convencer que si estuvo
casi 6 años enterrado como NN en un cementerio público, tras haber
pasado por un hospital público y con la bendición de un juez nacional
que archivó la causa, fue por "errores administrativos" o
"irregularidades".
Sabemos que a Luciano la policía lo tenía
marcado desde hacía tiempo, que lo venía hostigando para que saliera a
robar y que él se negaba. Que se lo llevaban detenido para torturarlo
por su negativa a agachar la cabeza. Esa realidad es la misma que viven
miles de pibes todos los días en los barrios; una realidad que, desde
1983 hasta hoy, se cobró más de 4.200 vidas de pibes a través del
gatillo fácil y las torturas en lugares de detención. Entre ellos, más
de 200 están desaparecidos. Luciano es uno de ellos. El gatillo fácil,
la tortura, las detenciones arbitrarias y el verdugueo constante son las
herramientas con las que el aparato represivo estatal impone el orden y
el disciplinamiento, para garantizar el control social en los barrios.
De esos más de 200 desaparecidos, pocos lograron, como Luciano,
trascender el cerco mediático. En todos los casos fue gracias a la lucha
de las organizaciones populares. Haber encontrado el cuerpo de Luciano
también es una victoria de la lucha popular.
Nada de lo sucedido
con Luciano nos sorprende, porque pasaron 17 años antes de que la
instalación de cloacas en los suburbios de un pueblo cordobés
descubriera el cuerpito de Alejandro Flores, el nene de 5 años
atropellado por un patrullero y enterrado por los policías. Porque a
Emilio Blanco, de 17 años, lo mataron a golpes y con la "bolsita" en la
comisaría de Chascomús en 1997, y tiraron el cuerpo a las vías para que
pareciera un accidente; o porque unos años antes, en Salta, el platense
Diego Rodríguez Laguens, murió en la tortura en la comisaría, y los
policías lo arrojaron en la ruta para que los camiones le pasaran por
encima. Después, lo enterraron como NN, igual que Facundo Rivera Alegre,
"el Rubio del Pasaje", desaparecido en Córdoba en 2012, hasta que se
encontró lo que quedaba de él en la sala crematoria del cementerio de
San Vicente. Porque seguimos buscando a Daniel Solano, a Julio López, a
Iván Torres, a Marita Verón, a Martín Basualdo, a Diego Duarte, a
centenares más, y desde hace una semana, a Lucas Fernando Díaz.
En
cualquier sociedad donde reinen el privilegio y la desigualdad es
necesaria la represión. En cualquier sociedad con ricos y pobres es
necesario que haya un opresor y un oprimido. Y en cualquier sociedad que
se sostenga de este modo será igualmente necesaria la organización y la
lucha popular, para que no haya más pibes como Luciano y para seguir
peleando por los 200 desaparecidos en democracia.
CORREPI - Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional en el ENA (Encuentro Nacional Antirrepresivo)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario