(Colectivo Avanzar)
Un nuevo período de crisis capitalista sacude al mundo, extendiéndose desde lo económico, a lo social y a lo político.
Hace relativamente poco tiempo los sectores de clase dominantes en los países centrales se enorgullecían de estar edificando el paraíso en la tierra, con democracia y bienestar para todos los ciudadanos.
Actualmente, buena parte de los pueblos de dichas naciones han ganado las calles en forma masiva, por la crueldad con que se están destruyendo sus vidas, por el desempleo, por la miseria y la marginalidad social.
Los llamados gobiernos “democráticos” y “socialistas” no pueden contener este aluvión social y sólo apelan una y otra vez a medidas de corte neoliberal, que lo único que logran es aumentar la exclusión social, subsidiando al mismo tiempo con grandes sumas de dinero a los saqueadores del capital financiero internacionalizado, el poder real, y como es costumbre, pasándole la factura a los trabajadores.
Como dato significativo, basta decir que se ha llegado en la EUROZONA a la escalofriante cifra de 18 millones de desocupados. Los mayores porcentajes de desempleados sedan en España, con el 24%, y en Grecia, con el 22,5%.
La insensibilidad y arbitrariedad de un sistema como el capitalista, al que solamente le interesa el lucro, la ganancia máxima a toda costa, ha golpeado fuertemente a sus puertas, pero está comenzando también a golpear a sus conciencias.
Las protestas continúan extendiéndose a varias regiones, conformando coaliciones sociales cada vez más amplias (trabajadores, estudiantes, profesionales, gente del arte y la cultura, etc), y cada vez más radicalizadas en sus reclamos políticos. Es deseable que este despertar anuncie la aurora de una nueva sociedad.
Vale recordar que cuando intentaron acusar de terrorista al fallecido líder palestino Arafat, ahora comprobado que fue envenenado, este les respondió: “La diferencia entre revolucionario y terrorista reside en la razón de la lucha: quien combate por una causa justa, la liberación de su país invadido, contra la explotación y la colonización, nunca podrá ser considerado como terrorista”.
Por otra parte, los más grandes y terribles actos terroristas fueron y son cometidos por EE.UU y aquellos países que lo secundaron, como los integrantes de la nefasta OTAN: la invasión a Vietnam (más de 2 millones de muertos), la invasión a Irak (alrededor de 1 millón y medio de muertos), a Afganistán, a Palestina, (con la colaboración de su socio Israel), a Libia y en estos momentos a Siria.
A estos tremendos hechos genocidas, denominados cínicamente “guerras preventivas”, hay que sumar las repetidas invasiones a países de América Latina, como actualmente contra el sufrido pueblo de Haití (vergonzosamente Argentina y otros países colaboran enviando tropas), la instalación de bases militares, manteniendo aún la base de Guantánamo en Cuba, utilizada como campo de concentración donde impunemente se tortura y se mata.
Y no se puede dejar de mencionar que en los años 70 implementaron el “Plan Cóndor”, a fin de ahogar en sangre las luchas emancipadoras de Nuestra América. ¿Se puede salir de tanto horror e inhumanidad si seguimos resignadamente navegando en las aguas turbias del capitalismo imperialista?
Toda esta grave situación no podía dejar de impactar sobre la realidad local, aunque audazmente los “economistas orgánicos” habían afirmado que estábamos blindados ante la crisis mundial.
No es casual entonces que en solo pocos meses de un importante triunfo electoral, la gestión del actual gobierno ha comenzado paulatinamente a licuar su capital político, con mayor incertidumbre y desesperanza y aumento de la conflictividad social, a lo que hay que agregarlas constantes reyertas internas, dentro del propio aparato peronista, incluyendo la división de la CGT, no por supuesto por ideales o por mejorar la situación de los más necesitados, sino mezquinamente por poder y por dinero.
Los sectores populares están avizorando cada vez más que se quiere descargar los costos de la crisis sobre sus espaldas. Salvo algunas medidas coyunturales tendientes a disimular los efectos de la misma, y tratando de contener cualquier tipo de protesta social, no hay ningún plan a mediano y largo plazo que permita vislumbrar un futuro diferente a la chatura y mediocridad actual, que solo intenta poner parches al calamitoso “modelo” neoliberal, hoy apoyado esencialmente en la soja y en la megaminería, probadamente destructoras de la naturaleza y de los seres humanos.
Esta es la razón por la cual sufren dura represión y asesinatos los pueblos originarios de nuestra América, con el fin de robarles sus tierras.
Empresas como las automotrices, son mayoritariamente ensambladoras, similares a las maquilas mejicanas.
Son muy ilustrativas las declaraciones de la CTA, de Pablo Michelli: “La presidenta revela que “solo el 19% de los empleados paga el impuesto” (a las ganancias) y que el resto, es decir el 81%, no llega a los mínimos no imponibles. La verdad es que actualmente existen 8.800.000 trabajadores (el 53,6% de la fuerza laboral), que están en situación de precariedad y el ingreso promedio no llega a los $3.000.-, cuando la canasta familiar en la Zona Metropolitana ya supera los $7.200.-
Si a esto le agregamos que en los últimos 6 meses se destruyeron casi 329.000 puestos de trabajo, tenemos una radiografía del problema social en la Argentina.” (Acta del 21/7/12).
Desde ya que a estos datos hay que agregarle el agravante de la continuidad del proceso inflacionario, que este año se estima superará el 25%. Por eso el pedido de distintos gremios de una apertura de paritarias, reclamando un inmediato aumento de salarios, lucha que es necesario apoyar fuertemente, en conjunto con el objetivo de conformación de un movimiento sindical antiburocrático, clasista y combativo, puesto que la burocracia sindical empresarial ha sido y es cómplice de todo lo que está sucediendo.
Si vastos sectores de la sociedad esperaban algún cambio significativo en busca de una vida más digna, empiezan a sentir que nuevamente todo está quedando en un viejo sueño irrealizable, y por el contrario flota en el aire el temor a nuevos y mayores ajustes, encubiertos, como ya hemos denunciado, con el nombre de “sintonía fina”, insistiéndose que es el único rumbo posible, o sea la tan mentada “teoría del mal menor”.
Confirman estas conclusiones el discurso de la artista de TV Cristina K, que al mismo tiempo que nos informa de un notable aumento de las ganancias de las empresas y de los bancos, y el pago de 2.300 millones de dólares en su mayoría a pulpos financieros internacionales (el 78%), anuncia un aumento a los jubilados del11,4%, o sea una limosna de $192 mensuales (el equivalente a medio kilo de Pan por día), pasando a cobrar el 73% de ellos, la millonaria suma de $1.880.-
Esta compleja y contradictoria realidad, no hace más que agudizar al mismo tiempo la crisis de representatividad de las instituciones del propio Estado y de los partidos políticos del sistema, incluyendo la socialdemocracia o socialcapitalismo como la llamara Lenin, lo cual abre un panorama general nada fácil pero muy interesante para avanzar en la construcción de una auténtica alternativa unitaria de los trabajadores y demás sectores políticos y sociales antiimperialistas y anticapitalistas, en base a un programa establecido de común acuerdo.
Sería un grave error que un grupo de “iluminados”, dueños de la verdad absoluta, pretendan poder superar esta difícil encrucijada histórica, o por el otro lado, caer en ideas espontaneistas (como un movimiento mecánico), donde la crisis de por si abrirá las puertas a una sociedad superior, socialista.
Como ya sucedió en el pasado y está sucediendo actualmente en algunos países de Europa, puede darse cierta supuesta salida por derecha, hasta de tendencia profascista.
Sería fatal volver a creer en un determinismo dogmático, esquemático, de que “nadie podrá detener la rueda de la historia”.
La historia la hacen los seres humanos, los pueblos con su pensamiento y su accionar, por lo que el gran reto sigue siendo edificar, a través de una confluencia de fuerzas, una sólida y masiva opción contra hegemónica, ideológica, política y organizativa, en el camino a la liberación nacional y social de nuestro pueblo.
Constantemente debe inquietar e iluminar nuestras conciencias, las ejemplares palabras del Che: “La revolución no se lleva en la boca para vivir de ella, se lleva en el corazón para morir por ella”.-
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