La hegemonía mundial de EE.UU. se sigue asentando sobre dos columnas fundamentales: el poder financiero y el poder militar, contando en el plano político con un fuerte apoyo en el manejo, o mejor dicho en la dictadura de los grandes medios de difusión, sus “tanques ideológicos.”
Estos aspectos están seriamente afectados y cuestionados por la grave crisis económico financiera, aún no superada, y por las derrotas militares en Irak y de alguna manera en el estancamiento en que están metidas las fuerzas invasores de la OTAN en Afganistán, a lo que se suma la rebelión de los pueblos árabes, como también los terribles y repudiados bombardeos a Libia, y los estallidos sociales en buena parte de Europa.
Junto con todo ello, Norteamérica ha llegado a acumular una enorme deuda de 14 billones de dólares y ya ha tenido que aplicar algunas de las típicas medidas de ajuste, provocando la resistencia de la población de varios de sus estados.
Por otra parte, hay que reconocer que el imperio del norte viene desarrollando una inteligente política para consolidar la colonización de América Latina, implementando un proceso de transición de golpes de estado y dictaduras cívico-militares, hacia gobiernos pseudodemocráticos, que garantizan la continuidad de las políticas neoliberales.
Es que cuando ese “liberalismo salvaje” provoca serios levantamientos populares, como el del 2001, instrumenta regímenes disfrazados de “progresistas”, conteniendo así la ascendente conflictividad social y recuperando su amenazada hegemonía política.
Estos aspectos están seriamente afectados y cuestionados por la grave crisis económico financiera, aún no superada, y por las derrotas militares en Irak y de alguna manera en el estancamiento en que están metidas las fuerzas invasores de la OTAN en Afganistán, a lo que se suma la rebelión de los pueblos árabes, como también los terribles y repudiados bombardeos a Libia, y los estallidos sociales en buena parte de Europa.
Junto con todo ello, Norteamérica ha llegado a acumular una enorme deuda de 14 billones de dólares y ya ha tenido que aplicar algunas de las típicas medidas de ajuste, provocando la resistencia de la población de varios de sus estados.
Por otra parte, hay que reconocer que el imperio del norte viene desarrollando una inteligente política para consolidar la colonización de América Latina, implementando un proceso de transición de golpes de estado y dictaduras cívico-militares, hacia gobiernos pseudodemocráticos, que garantizan la continuidad de las políticas neoliberales.
Es que cuando ese “liberalismo salvaje” provoca serios levantamientos populares, como el del 2001, instrumenta regímenes disfrazados de “progresistas”, conteniendo así la ascendente conflictividad social y recuperando su amenazada hegemonía política.
Incluso se apoya para esta estrategia en ex militantes de izquierda y ex guerrilleros, como Mujica, Dilma Rousseff o Daniel Ortega, además de la llamada “centroizquierda”, incluido el PC, siempre y cuando aseguren la defensa de sus intereses esenciales: se comprometan a pagar la deuda externa (Desendeudamiento!), sigan abriendo las puertas a las multinacionales para apoderarse de las riquezas de cada nación y acrecienten la explotación de los trabajadores.
Por supuesto, nada de hablar de recuperar lo ya entregado, como por ejemplo el petróleo, privatizado durante el menemismo con el apoyo de Néstor Kirchner, en esos momentos gobernador de la provincia de Santa Cruz.
Por supuesto, nada de hablar de recuperar lo ya entregado, como por ejemplo el petróleo, privatizado durante el menemismo con el apoyo de Néstor Kirchner, en esos momentos gobernador de la provincia de Santa Cruz.
A lo mencionado se suma lo que podríamos denominar la privatización de la Cordillera de los Andes, y otras zonas ricas en minerales, con un desastroso avance de la mega minería a cielo abierto, sin hacer ningún caso a leyes votadas por el parlamento. Siguen a la vez desplazando y robándoles sus tierras a los pueblos originarios, destruyendo bosques, para incrementar el cultivo de soja, con un enorme deterioro del medio ambiente.
Este grave y complejo estado de cosas, obliga a todas las organizaciones populares a reflexionar y debatir profundamente si es o no conveniente participar en las próximas elecciones, particularmente analizando si existe o no, si hubo la voluntad o no, de crear una alternativa real a los partidos del sistema, o por el contrario, podemos caer en ser un mero coro de un gran show burgués, propio de un país dependiente, esencialmente agro minero exportador, burbuja económica que no tardará mucho en explotar, como cuando éramos “granero del mundo”.
Lamentablemente este es el panorama político actual, producto de la ya histórica división de la izquierda y demás sectores populares en lucha, contaminados en su mayoría por deformaciones hegemonistas y sectarias, que han terminado favoreciendo los planes del enemigo de clase.
No podemos dejar de mencionar la conformación de un mal llamado frente de izquierda (FIT), que es sólo una simple alianza electoral de tres organizaciones trotskistas, siempre peleadas entre sí, (“No los une el amor sino el espanto”), y que hicieron poco y nada para luchar contra la nueva Ley de Partidos Políticos, proscriptiva y antidemocrática, sino que salieron como desesperados a recolectar firmas, cayendo así en la trampa del régimen, que apunta, a la corta o a la larga, al bipartidismo, una forma de dictadura civil al servicio de las grandes corporaciones económicas financieras.
Este grave y complejo estado de cosas, obliga a todas las organizaciones populares a reflexionar y debatir profundamente si es o no conveniente participar en las próximas elecciones, particularmente analizando si existe o no, si hubo la voluntad o no, de crear una alternativa real a los partidos del sistema, o por el contrario, podemos caer en ser un mero coro de un gran show burgués, propio de un país dependiente, esencialmente agro minero exportador, burbuja económica que no tardará mucho en explotar, como cuando éramos “granero del mundo”.
Lamentablemente este es el panorama político actual, producto de la ya histórica división de la izquierda y demás sectores populares en lucha, contaminados en su mayoría por deformaciones hegemonistas y sectarias, que han terminado favoreciendo los planes del enemigo de clase.
No podemos dejar de mencionar la conformación de un mal llamado frente de izquierda (FIT), que es sólo una simple alianza electoral de tres organizaciones trotskistas, siempre peleadas entre sí, (“No los une el amor sino el espanto”), y que hicieron poco y nada para luchar contra la nueva Ley de Partidos Políticos, proscriptiva y antidemocrática, sino que salieron como desesperados a recolectar firmas, cayendo así en la trampa del régimen, que apunta, a la corta o a la larga, al bipartidismo, una forma de dictadura civil al servicio de las grandes corporaciones económicas financieras.
A esta situación se suma quizás uno de los mayores éxitos del kirchnerismo, que es el fraccionamiento o la cooptación de varios movimientos sociales y de derechos humanos, debilitando o desviando su accionar, acompañado todo esto con una retórica “nacional y popular” y medidas que no superan el asistencialismo, no dirigidas a lograr un trabajo y una vida digna para todos, que es la verdadera inclusión social, además de seguir manteniendo la desvergüenza de un 40% de “trabajo en negro” y ni que hablar de más de un 70% de los jubilados, cobrando la limosna de $1200.-, y de los alarmantes índices de pobreza de un 30%, y un 10% de seres humanos hundidos en la mas extrema indigencia.
En nuestros sueños de un futuro mejor, es justo recordar también, por las desfavorables experiencias sufridas, que la nueva sociedad, más justa, más igualitaria, más solidaria, socialista, es y será fruto del poder popular, es decir de la plena participación y protagonismo de los pueblos para regir los destinos de la sociedad. De modo tal que la edificación unitaria de un poder obrero y popular, es un objetivo estratégico fundamental para liquidar y reemplazar al poder burgués, hacia la construcción del socialismo y del comunismo.
Y no hay atajos ni burdos maquillajes. El capitalismo imperialista, con la complicidad de sus vasallos en cada nación, le ha declarado la guerra a todos los pueblos del mundo. Todos los que se oponen a sus objetivos serán agredidos de todas las formas posibles, calificados como “ejes del mal” o terroristas. El dilema de la humanidad no es hoy socialismo o barbarie, como nos alertara nuestra querida Rosa Luxemburgo, el dilema actual es socialismo o muerte.
¿Cuánto más tenemos que seguir padeciendo, cuántas derrotas más tendremos que sufrir, cuántos muertos y desaparecidos habrá que seguir sumando, para reaccionar y darnos cuenta que no podemos continuar presentándonos en el campo de batalla dispersos y atomizados ¿ Podemos decir en esta difícil coyuntura histórica, que ser clasista es ser unitario.
Por lo tanto, como breve conclusión y tratando de extender la mirada más allá de la circunstancia de una elección, nos referiremos, solo para un intercambio de opiniones, a lo que pensamos, en sus aspectos centrales, sobre la decisiva labor política futura a asumir, síntesis sin duda muy incompleta, y que otras organizaciones de mayor experiencia, expondrán varias cuestiones a considerar, lo cual enriquecerá el imprescindible debate:
1) Recuperar el concepto de lucha de clases como motor de la historia y como ineludible vía emancipatoria de los trabajadores y demás sectores oprimidos y explotados. Lo cual determina al mismo tiempo rechazar todo intento de conciliación de clases.
2) Recuperar la concepción de una organización revolucionaria, de acuerdo a las necesidades y particularidades de esta época histórica, con fuerte inserción de masas, en especial en la Clase Obrera, sustentada en la ideología Marxista Leninista, crítica y creativa, enriquecida por el valioso aporte de otros importantes pensadores revolucionarios.
Asimismo, un estudio serio y profundo de la realidad de nuestro país y en particular de nuestra América, dejando de lado las viejas concepciones eurocentristas y dogmáticas, es decir de “pensamiento de manual”, elaborador de recetas supuestamente válidas para todos los países y todos los tiempos.
3) Considerar al socialismo y al comunismo como la única e históricamente necesaria alternativa al sistema capitalista, en su fase imperialista, no solo para la auténtica liberación de los trabajadores,
sino como salvación de toda la humanidad y del propio planeta.
Desterrar las desviaciones reformistas, oportunistas, de la socialdemocracia, hoy también llamada “centroizquierda”, alentadores de la teoría del mal menor, que plantea un capitalismo bueno, “un capitalismo humano” e incluso siguen hablando de una supuesta burguesía nacional, capaz de enfrentar al imperialismo y realizar una justa redistribución de la riqueza, expresando que es la única opción ante el fracaso del socialismo y la muerte del marxismo.
4) El socialismo como obra de los pueblos y no de una élite burocrática. De modo tal que hay que ir edificando, observando y respetando mucho la creatividad popular, formar de poder de los trabajadores y demás sectores de nuestro pueblo en lucha, incluyendo a los pueblos originarios, que aseguren la participación y protagonismo de los ciudadanos no solo en las realizaciones, sino en las importante decisiones a tomar y en el control de su cumplimiento, El pueblo no como espectador, sino como constructor y dueño de su destino.
5) Defensa del principio del internacionalismo proletario, partiendo de la concepción de la revolución socialista mundial, y por lo tanto, el apoyo y la solidaridad a la lucha de todos los pueblos de la tierra. En este rumbo, y en la medida que las condiciones lo permitan, volver a conformar una auténtica organización internacional revolucionaria socialista.
6) Batallar por un sindicalismo clasista, combativo y antiburocrático, que luche firmemente y sin tregua por los intereses inmediatos y finales de la Clase Obrera. Denuncia permanente de la alianza espuria de la burocracia sindical-empresarial, la patronal y el Estado burgués.
7) Valorización de la lucha ideológica cultural, considerando que si no vencemos en esta batalla por la conciencia de los pueblos, no hay transformación revolucionaria posible. Tener siempre en cuenta que el capitalismo lleva varios siglos imponiendo su forma de pensar y actuar, y que es el primer sistema que fue capaz de crear una cultural de carácter universal, lo cual exige una intensa y constante “batalla de ideas”.
El mayor logro del capitalismo no es el invento de una máquina más o menos, sino el hacerle creer al esclavo asalariado que es un hombre/mujer libre.
Además entender al socialismo no solo como un mero reparto económico, sino como el establecimiento de una nueva cultura, un nuevo humanismo, donde el ser humano sea el centro de todo proceso evolutivo.
Todo ello implica la recuperación del pensamiento dialéctico, desalojado por años por un pensamiento mecanicista, dogmático, de verdades reveladas, entendiendo la inseparable unidad e interrelación entre la teoría y la práctica, y que todo lo existente, tanto en la sociedad como en la naturaleza, está en permanente movimiento y cambio. No hay lugar de llegada, un “fin de la historia”, sino un escalón más en el ascenso ininterrumpido del ser humano, en cuyo camino, no obstante marchas y contramarchas, los honestos luchadores por transformaciones revolucionarias, van pasado la antorcha de generación en generación.
En nuestros sueños de un futuro mejor, es justo recordar también, por las desfavorables experiencias sufridas, que la nueva sociedad, más justa, más igualitaria, más solidaria, socialista, es y será fruto del poder popular, es decir de la plena participación y protagonismo de los pueblos para regir los destinos de la sociedad. De modo tal que la edificación unitaria de un poder obrero y popular, es un objetivo estratégico fundamental para liquidar y reemplazar al poder burgués, hacia la construcción del socialismo y del comunismo.
Y no hay atajos ni burdos maquillajes. El capitalismo imperialista, con la complicidad de sus vasallos en cada nación, le ha declarado la guerra a todos los pueblos del mundo. Todos los que se oponen a sus objetivos serán agredidos de todas las formas posibles, calificados como “ejes del mal” o terroristas. El dilema de la humanidad no es hoy socialismo o barbarie, como nos alertara nuestra querida Rosa Luxemburgo, el dilema actual es socialismo o muerte.
¿Cuánto más tenemos que seguir padeciendo, cuántas derrotas más tendremos que sufrir, cuántos muertos y desaparecidos habrá que seguir sumando, para reaccionar y darnos cuenta que no podemos continuar presentándonos en el campo de batalla dispersos y atomizados ¿ Podemos decir en esta difícil coyuntura histórica, que ser clasista es ser unitario.
Por lo tanto, como breve conclusión y tratando de extender la mirada más allá de la circunstancia de una elección, nos referiremos, solo para un intercambio de opiniones, a lo que pensamos, en sus aspectos centrales, sobre la decisiva labor política futura a asumir, síntesis sin duda muy incompleta, y que otras organizaciones de mayor experiencia, expondrán varias cuestiones a considerar, lo cual enriquecerá el imprescindible debate:
1) Recuperar el concepto de lucha de clases como motor de la historia y como ineludible vía emancipatoria de los trabajadores y demás sectores oprimidos y explotados. Lo cual determina al mismo tiempo rechazar todo intento de conciliación de clases.
2) Recuperar la concepción de una organización revolucionaria, de acuerdo a las necesidades y particularidades de esta época histórica, con fuerte inserción de masas, en especial en la Clase Obrera, sustentada en la ideología Marxista Leninista, crítica y creativa, enriquecida por el valioso aporte de otros importantes pensadores revolucionarios.
Asimismo, un estudio serio y profundo de la realidad de nuestro país y en particular de nuestra América, dejando de lado las viejas concepciones eurocentristas y dogmáticas, es decir de “pensamiento de manual”, elaborador de recetas supuestamente válidas para todos los países y todos los tiempos.
3) Considerar al socialismo y al comunismo como la única e históricamente necesaria alternativa al sistema capitalista, en su fase imperialista, no solo para la auténtica liberación de los trabajadores,
sino como salvación de toda la humanidad y del propio planeta.
Desterrar las desviaciones reformistas, oportunistas, de la socialdemocracia, hoy también llamada “centroizquierda”, alentadores de la teoría del mal menor, que plantea un capitalismo bueno, “un capitalismo humano” e incluso siguen hablando de una supuesta burguesía nacional, capaz de enfrentar al imperialismo y realizar una justa redistribución de la riqueza, expresando que es la única opción ante el fracaso del socialismo y la muerte del marxismo.
4) El socialismo como obra de los pueblos y no de una élite burocrática. De modo tal que hay que ir edificando, observando y respetando mucho la creatividad popular, formar de poder de los trabajadores y demás sectores de nuestro pueblo en lucha, incluyendo a los pueblos originarios, que aseguren la participación y protagonismo de los ciudadanos no solo en las realizaciones, sino en las importante decisiones a tomar y en el control de su cumplimiento, El pueblo no como espectador, sino como constructor y dueño de su destino.
5) Defensa del principio del internacionalismo proletario, partiendo de la concepción de la revolución socialista mundial, y por lo tanto, el apoyo y la solidaridad a la lucha de todos los pueblos de la tierra. En este rumbo, y en la medida que las condiciones lo permitan, volver a conformar una auténtica organización internacional revolucionaria socialista.
6) Batallar por un sindicalismo clasista, combativo y antiburocrático, que luche firmemente y sin tregua por los intereses inmediatos y finales de la Clase Obrera. Denuncia permanente de la alianza espuria de la burocracia sindical-empresarial, la patronal y el Estado burgués.
7) Valorización de la lucha ideológica cultural, considerando que si no vencemos en esta batalla por la conciencia de los pueblos, no hay transformación revolucionaria posible. Tener siempre en cuenta que el capitalismo lleva varios siglos imponiendo su forma de pensar y actuar, y que es el primer sistema que fue capaz de crear una cultural de carácter universal, lo cual exige una intensa y constante “batalla de ideas”.
El mayor logro del capitalismo no es el invento de una máquina más o menos, sino el hacerle creer al esclavo asalariado que es un hombre/mujer libre.
Además entender al socialismo no solo como un mero reparto económico, sino como el establecimiento de una nueva cultura, un nuevo humanismo, donde el ser humano sea el centro de todo proceso evolutivo.
Todo ello implica la recuperación del pensamiento dialéctico, desalojado por años por un pensamiento mecanicista, dogmático, de verdades reveladas, entendiendo la inseparable unidad e interrelación entre la teoría y la práctica, y que todo lo existente, tanto en la sociedad como en la naturaleza, está en permanente movimiento y cambio. No hay lugar de llegada, un “fin de la historia”, sino un escalón más en el ascenso ininterrumpido del ser humano, en cuyo camino, no obstante marchas y contramarchas, los honestos luchadores por transformaciones revolucionarias, van pasado la antorcha de generación en generación.
Ahora el desafío histórico está en nuestras manos, o sea de los actuales batalladores por un mundo mejor.
Ante algunas actitudes y dificultades momentáneas, rememoremos un viejo poema anónimo: En épocas aciagas, oscuras, aferrarse con fuerza y sentimiento al árbol firme y luminoso que no se dobla o se quiebra al primer soplo de viento.
Ante algunas actitudes y dificultades momentáneas, rememoremos un viejo poema anónimo: En épocas aciagas, oscuras, aferrarse con fuerza y sentimiento al árbol firme y luminoso que no se dobla o se quiebra al primer soplo de viento.
Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo
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